18 de febrero de 2012

El VIH en el Embarazo y Nacimiento

Sencilla ecuación:

Embarazo sin test de VIH ni tratamiento antirretroviral: niños que nacen con VIH

Es obligatorio en Argentina ofrecer el test de VIH a la mujer embarazada.

¡Y es fundamental hacérselo también a la pareja! 


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El VIH en el Embarazo y Nacimiento

La transmisión del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) de la madre a su hijo se llama transmisión vertical o perinatal, y puede ocurrir en tres momentos diferentes:

  1. Antes del nacimiento, durante el embarazo (transmisión prenatal): ocurre hacia el tercer trimestre. Algunos datos muestran que el VIH puede transmitirse a través de la sangre de la placenta en los primeros quince días de embarazo; sin embargo, menos del 2% de las transmisiones se producen antes del séptimo mes de embarazo.
  2. En el momento del nacimiento, durante el parto (transmisión intraparto): el bebé puede infectarse al exponerse a la sangre de la madre o sus fluidos.
  3. Después del nacimiento, durante la lactancia (transmisión postnatal o postparto): el riesgo de adquirir la infección en niños amamantados de madres VIH+ es del 12 al 26%, y aumenta si la lactancia se prolonga más de 3 meses. El VIH penetra a través de la piel o la mucosa gastrointestinal del recién nacido. La lactancia de hijos de madres VIH+ debe evitarse en países desarrollados; sin embargo, prohibirla en los países en vías de desarrollo es muy complejo, porque muchas veces la lactancia es el único alimento verdadero que recibirá ese niño en toda su vida.
La transmisión del VIH de madre a hijo ha disminuido en los últimos años gracias a las recomendaciones de los organismos de salud instauradas entre 1994 y 1995, a la implementación de programas que orientan y brindan el testeo voluntario a las mujeres embarazadas, y fundamentalmente gracias al tratamiento antirretroviral (ARV) que se ofrece a las madres infectadas y a los recién nacidos.

En 1986 se identificaron los primeros casos de transmisión vertical en la Argentina. Desde entonces, y hasta el año 2009, se informaron 4.093 casos de infecciones por esa vía en el país. La transmisión disminuyó a partir de 1996, cuando se implementó el tratamiento en el embarazo, y cuando posteriormente se sancionó la normativa de ofrecer el test del VIH a las mujeres embarazadas.

Cada año, a pesar de las recomendaciones y del acceso universal al tratamiento, siguen infectándose niños por vía materna: entre 2008 y 2009 nacieron 230 niños con VIH en la Argentina. El problema de la transmisión vertical es la falta de acceso al sistema de salud para una gran cantidad de mujeres en los países subdesarrollados, que no realizan controles prenatales, que no se hacen el test de VIH, o que no acceden al  tratamiento por ignorancia o negligencia del sistema. Hoy no debería nacer ningún niño con VIH en la Argentina.

La prueba del VIH es recomendable hacerla antes de cualquier embarazo, porque pueden existir antecedentes de conductas de riesgo en cualquiera de los dos integrantes de la pareja.

Es fundamental que la futura mamá se realice voluntariamente la prueba del VIH al confirmar su embarazo. El testeo no es estrictamente obligatorio y la mujer embarazada puede negarse a realizarlo; pero el beneficio que se obtiene con el diagnóstico precoz, tanto para la madre como para el bebé, hacen que su realización sea muy importante. La sospecha o la confirmación del embarazo indican que la relación sexual no fue protegida, por lo tanto el VIH pudo haber ingresado durante la misma o estar presente antes del embarazo y ser ignorado por la futura madre.

Muchas mujeres descubren su infección por VIH cuando ya están embarazadas. Por eso es tan importante que se realicen la prueba, acudan al especialista y se informen e inicien el tratamiento para reducir al máximo la transmisión del virus a sus hijos. Es importante también que la prueba del VIH la realice también la pareja sexual de la embarazada y que durante la gestación se utilice el preservativo para evitar posibles infecciones por VIH y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), que pueden afectar seriamente al bebé si no se toman conductas al respecto.

Un resultado negativo al inicio del embarazo no garantiza que esa mujer no se pueda infectar más tarde, si mantiene relaciones sexuales sin preservativo con una persona VIH+ (que puede desconocer si tiene o no el virus), o si toma contacto con sangre infectada. Por eso es recomendable repetir el test del VIH antes de finalizar el embarazo, y tomar las precauciones necesarias para evitar la infección al bebé durante el nacimiento y la lactancia.

Tener un bebé es una decisión muy personal y muchas mujeres infectadas con el VIH deciden quedar embarazadas, tengan o no parejas sexuales con VIH. El tratamiento en la madre VIH+ controlará el virus durante el embarazo y evitará que se presenten infecciones oportunistas que pueden afectar el embarazo o al bebé. Además de ser eficaz, el tratamiento no ocasiona problemas severos de toxicidad ni malformaciones en el feto.

La mujer VIH+ debe usar preservativo durante todo el embarazo para evitar posibles reinfecciones por parte de su pareja sexual y para no exponerse a otras ETS, que pueden afectar también al bebé. La lactancia está contraindicada en las madres VIH+.

El seguimiento de la mujer embarazada VIH+ requiere de ciertas recomendaciones adicionales, que incluyen evitar las pruebas invasoras como la amniocentesis (para estudiar el líquido amniótico), el análisis de sangre del cordón umbilical o las muestras de placenta.

Tanto el parto vaginal como la cesárea tienen sus riesgos y beneficios: la decisión de optar por uno u otro está sujeto a la opinión médica y la elección personal, que depende de la situación clínica de la madre VIH+. La forma más segura de dar a luz, es la que exponga menos tiempo al bebé con los fluidos y sangre de la madre.

Si la madre cumple con las recomendaciones durante el embarazo y se toman las debidas precauciones, el parto vaginal es una opción válida en la mayor parte del mundo. Se recomienda que el parto no se demore más de cuatro horas luego de la rotura de la bolsa amniótica, si se elige esta vía para que nazca el bebé.

En la cesárea electiva, se decide el momento del parto: no se espera a que éste empiece de forma natural, para evitar la rotura de las membranas, y así disminuir el contacto del bebé con sangre y secreciones de la madre. Como la cesárea es una intervención quirúrgica, implica riesgos tales como el sangrado, infecciones y otras complicaciones.

Si se logra un mayor y mejor acceso a la atención médica prenatal para todas las mujeres, algún día se alcanzará la meta de que no nazca ningún niño con VIH en nuestro país.

Dra. Patricia Patterson, MN. 84.274
Especialista en Enfermedades Infecciosas, miembro del equipo de Investigaciones Clínicas de la Fundación Huésped
Tel: +54-11-4981-7777 (Ext. 114) Fax: +54-11-4982-4024

Nota publicada en la revista Madrehayunasola! Edición Nº26 Diciembre-Enero 2011-2012
http://www.madrehayunasola.com/


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